PORQUE NO DEBE HABER PRIMERA SIN TERCERA

Siempre nos dijeron que la "primera vez" sería algo maravilloso, memorable, inolvidable; sin embargo, por experiencia propia hay ciertas primeras veces que quisiera olvidar o regresionar para hacer o dejar de hacer algo que dio pie a lo que en realidad sucedió. 
Para alguien que veía todas las películas de Disney y donde a la protagonista le salía bien todo, fue harto frustrante ver que sus situaciones de vida no se acercaban en lo más mínimo a las historias que adoraba ver en tv.
La primeras veces son esperadas con tanta ilusión que a veces uno mismo se boicotea, si es que la misma fuerza natural de la vida no lo hace. Porque lo que concierne a uno se puede controlar, planear, improvisar y mejorar. Incluso una conversación no tenida, se puede ensayar frente al espejo, simulando gestos para evitar exageraciones o contestaciones acertadas a preguntas obvias y así crear un excelente monólogo el cual se usará en el momento y con la persona indicada, pero que pasa si con todo lo ensayado y previsto no sale bien; pues sí... momento memorable = momento aaagggg!!!
La primera vez que fue a visitarme un chico a la casa tenía 15 años y como buena televidente de Candy, Minnie Mouse y otros de mi antaña adolescencia me preparé con mis mejores cosas. Cepillaba mi cabello tantas veces podía, ensayaba mi sonrisa y mi risa la cual sonaba como un grito al inicio para luego soltar mi carcajada interminable de casi 30 segundos en los que golpeaba la mesa o la pared según sea el caso y terminaba con el típico dolor de abdomen y algunas gotas de saliva en el rostro de quien estaba cerca mío. Dicha risa no me parecía tan mala hasta ese entonces, ya que la había usado en todo momento y lugar (generalmente con mis amigas); pero en esa ocasión ensayaba una risa a lo Annie Britter para verme algo sofisticada 😄😄😄Y es que cuando uno es adolescente hace eso, coge poses. Era verano así que opté por una falda y blusa, mi labial rosa pastel que era el único autorizado por mis padres desde que cumplí 15 y mi perfume My Melody Dreams de laboratorio Myura (en esos años no había ni Yésika, no Tunique, ni nada) Cerca de la hora señalada, recibí una llamada de mi cita quién me avisaba que se le presentó un imprevisto y si podía pasar a verme al día siguiente; obviamente esa situación no la esperaba ni en mis mejores monólogos practicados de conversaciones por teléfono o frente a frente, pero digamos que tengo un don: "hacer como que nada me afecta", así que lo utilicé muy bien y le contesté que no había problema y fui a ver tv con mis papás. Ellos tan formidables como siempre me dijeron que me cambie para que esté igual de linda mañana y baje porque mamá prepararía algo rico; y eso hice, me dirigí a mi cuarto me saqué mi ropa y mi labial rosa pastel y me di un atracón de panqueques. En la noche empecé a ensayar que diría si llama a cancelar, pero no me sentía mal: "El dulce mejora las penas" literal.
Eran las 6 de la tarde del día siguiente y sonó el timbre, obviamente no abrí yo, si no mi hermana mayor, quien me dio los tips de "Quinceañera" novela de su época para hacer mi entrada triunfal una vez que abrían la puerta. Ah, eso sí, de la puerta no pasaría (regla de papá)
Así que bajé por las escaleras y él me observaba desde la puerta, yo sonreía naturalmente y me acerqué rogando no tropezar y caerme, ya que como toda diva "no se mira la escalera al bajar" Por suerte bajé misma Katty Scarlet O´Hara y agradecí por llegar sin lesiones ni bochornos hasta la puerta. Me saludó con beso en el rostro, olía tttttaaaaannnn bien, ropa linda, peinado y gel, lo más lindo, tal como me lo había imaginado. Empezó disculpándose por la cancelación del día anterior y comentando que estuvo en un compromiso familiar y que regresó a casa recién hasta las 9 de la noche; y es que antes íbamos con nuestros padres y regresábamos con ellos, y disfrutábamos de las reuniones familiares; ahora se llega para comer y se retira después de hacerlo. Supongo que con el tiempo se pierden ciertas reglas primordiales de antes: "La familia es primero"
Pues empezábamos a conversar animadamente cuando de pronto sentí un golpe en la cabeza y luego un polvo blanco que bajaba entre mis cabellos sedosos y brillantes y llegaban hasta el suelo, cuando levanté la mirada mi cita me miraba entre asombrado y asustado, con cara de querer ayudar y no saber cómo. Yo seguía tan en shock que sólo atiné a virar y tratar de entender qué pasó. Era mi vecino maldito que me tiró un huevo con yeso (era carnavales) y no vio mejor momento de tirármelo que cuando estaba conversando con mi "Anthony Andry" Di unos pasos hacia él para agarrarlo a cachetadas, pero el muy astuto corrió y aunque en otro momento lo hubiera correteado por todo el país, decidí no hacerlo. regresé a mi puerta y le dije que disculpe pero tenía que entrar. Asentimos que era lo correcto y nos despedimos.
Luego drama, llanto, gritos y frustración. Lloré hasta quedarme dormida, no hubo dulce que aliviara mi pena esa noche.
Por eso, frente a las primeras veces debemos prepararnos por si las cosas no salen como las pensamos o imaginamos.
Qué pasó, bueno el chico del huevo con yeso es amigo mío hasta ahora y mi cita, regresó al día siguiente... ah,ahora es mi esposo.
Entonces, pare de sufrir si no sale bien en el primer intento habrá otros, quien sabe, tal vez la tercera vez resulta siendo perfecta.



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