SE DICE VINTAGE

Revisando fotos encontré mi álbum escolar. Puedo dar fe que "recordar es volver a vivir". A pesar del tiempo que ha pasado, veo cada una de esas fotos y recuerdo el momento exacto, lo que hablábamos, tratando de que salga bien e imaginando que así sería, ya que mi Kodak Sport no tenía la opción de ver la foto tomada y las repeticiones estaban prohibidas ya que el rollo era para solo 36 tomas.
Las modas y los estilos usados, aquellos cerquillos cola de papagayo muy punk y los cortes de cabello a lo "Colón" eran los que predominaban, con sus obvias excepciones ya que el estilo león (mientras más esponjoso, mejor) también tenía su club de fans. Los pantalones flojos y las medias del color del polo o polera. Risas espontáneas o posturas militares a lo DNI, hacen que ojear esos álbumes sean una suerte de risa incontrolable y burla para los que ahora, en la era del cabello planchado, se mofen de nuestra inocente y falta de glamour noventero en la que sucedió nuestra adolescencia y los últimos años de la secundaria. No defino las fechas, no por no recordarlas si no para no herir susceptibilidades, pero aclararé que estamos culminando la base 3 (algunas unos meses antes que otras) aunque se resistan a aceptarlo.
Ciertas fotos, fácilmente serían motivo de extorsión porque el tiempo trae cambios, y en algunos casos radicales, por lo que, para algunos, su pasado oscuro se encuentra, asumo, bajo 7 llaves y 80 candados sin mencionar las claves y sortilegios preparados para aquellos que intenten llegar a ellas. Particularmente, quitándome los kilos que he adquirido en estos años, si me visto de uniforme (asumiendo que me entre, harto imposible) y obviando el peinado, estaría muy parecida a aquella época.
Me siento tranquila y feliz de que mis nietos y demás descendientes no me verán mostrando el trasero en hilo dental o chupándome el dedo en ninguna de esas fotos, ya que ahora las jovencitas (y algunos jovencitos) son muy audaces al momento de fotografiarse, en fin los tiempos cambiaron, y las modas también; y aunque me hubiese gustado tener un mejor asesoramiento sobre mi look en aquellos días y contar con los productos para el cabello que ahora existen, me divierte mucho mirarme y recordarme en esos estilos pintorescos.
Mi pobre álbum luce añejo y con el plástico adhesivo amarillento que ya no pega, al abrirlo algunas fotos salen volando. pero me gusta así, con su olor, su forma, su fondo, su historia.
Ahora todas las fotos se encuentran en mi computadora, con algunas tomas reveladas que adornan algunos rincones de mi hogar.
Mi cámara es otra y también otra la perspectiva para tomar esas fotografías aptas para las redes sociales, con una bonita locación y captando el mejor ángulo y sonrisa, pero a veces, capturo esencias, distracciones, risas locas y miradas perdidas, únicas y sin poses, volviendo a los noventa y sintiendo que aunque el tiempo pase y las cosas cambien, algunas cosas perduran si así lo queremos.



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